domingo, 15 de junio de 2008

Carta 1: No sos vos, Soy yo.

Porqué me gustaste? Sé que atracción física no fue.
Te conocí mucho antes de que me gustaras. Pero fue tan sólo un gesto de complicidad, algo únicamente entre los dos.
Nuestro cuerpo es tan sólo un instrumento, la sangre, nuestros fluidos, nuestro corazón… Para gestionar, para actuar y manejarnos, para vivir; así que la apariencia en realidad no es nada, tan solo una de las primeras etapas sin sentido. No es lo que nos hace enamorarnos, desearnos, querer besarnos.
Dios, tan sola estoy?, estamos todos tan solos?, tanto que un gesto de atención bastó?, que me hayan notado?
Entonces fue mi mente la que actuó, me acuerdo muy bien de cómo me forcé, entonces no me gustabas, y después todo fluyó cuando mi mente lo asimiló, cuando se acostumbró a la idea… Pero no sos mucho mejor que cualquiera.
Y el mejor regalo que puedo ofrecerte, el que puedo darme, el que tal vez haga la diferencia, que me ames, es la honestidad, ésta, mi verdad. Te la regalo por un rato.
Me podría enamorar de cualquiera si así lo deseara.
No eras especial, una persona más, pero ya no. Ya la mente te asimiló, te imaginó como el protagonista de la pieza que mejor cree en ese entonces, cuando estaba tan sola como ahora, como siempre, como todos. Aunque no sos vos, no es nadie.
Te conocí mucho antes, nunca me interesó saber de vos, no conocía tus horarios ni tu alma, no lo hago ahora.
Sé que es porque no quiero estar sola, pero a la vez no te quiero conmigo. No sos vos, soy yo. No creo tener la capacidad para amar por amar, de verdad. O es que no quiero, o que tengo miedo.
Entonces camino y observo, pero no miro; me siento observada, pero sé que nadie está mirando.
Es que sé que todo es un engaño, y que no existen las almas gemelas; y es por eso que voy a estar sola por toda la eternidad, y cuando esté con alguien voy a saber que estoy sola; porque sé que nadie va a conocer mi alma, más o igual que yo, no voy a poder compartirlo todo sin decir nada, y tal vez al buscar esto pretenda demasiado.
Cómo sabes, cuándo, que realmente amas a alguien?
Prácticamente podrías amar a cualquiera, sólo importa eso que hace a la diferencia, cuando todo empieza, ese momento, ese acto de gentileza, de sutileza, de cercanía con alguien que sentías tan ajeno a vos, a tu vida; hasta que ese acto lo cambia todo, te acerca, tanto que te emociona; y notas que esa persona, igual que el resto es para vos, porque cuando más lo necesitabas, sin quererlo se acercó en un acto heroico, que hizo que no te sintieras tan sólo.
Es hasta que te das cuenta, o queres creer, que hay alguien que te entiende, y te sentís libre, y un poco menos sólo.
Pero no sos mejor que el resto. A todos los conocí, les mostré mi parte verdadera, pero no toda; sino la más acertada y compleja, la más complementaria, la similar, para lograr ese primer contacto y probar. Para encantarlos.
A todos los conocí, y me di cuenta que no los quería, que en realidad no eran nada para mí, y los compadecía, y me odiaba por sentir que los había usado, que los había lastimado. Y tal vez ellos hicieron lo mismo conmigo. Nunca fui más allá de esa parte no entera, nunca me interesó lo suficiente.
Y con vos no va a ser suficiente, pero no puedo evitarlo, no puedo parar. Y si te encanto, me encantaría advertirte esto, para que no seas presa mía: obligarte a alejarte, a no mostrarte demasiado, a no ser tan vulnerable. A no desearme, a no sentir que podrías amarme, porque no voy a dejarte, voy a repudiarte, voy a alejarte, y lo siento. Es lo mejor que podría darte.
Sigo insistiendo, con la esperanza de que alguna vez sea suficiente, de que esta vez sea diferente, pero nunca lo es, y te pido perdón. Me gustaría mostrarte mi verdadero yo, para que lo ames o lo odies, para que lo dejes, para que lo ignores, para que te sea indiferente.
Hubo un momento en el que te ví desde otro ángulo, y dejaste de gustarme, dejé de desearte. Por un instante te quise lo más lejos mío posible, quise olvidarme de tu nombre, y de tu forma para siempre, pero no de tu voz. Y otra vez me convencí, de que eras para mí, a sabiendas de que no lo sos, de que nunca lo vas a ser; y no sos vos, soy yo.
Por esto te pido perdón. Te pido que no me busques, que no te dejes encontrar, que no te dejes atrapar, que no te dejes encantar. Te pido que me veas por mí, por todas esas partes tiernas y horribles que conformar mi ser.
Te pido que lo hagas porque es la única manera, la única de liberarme, de que tal vez cambie.
No seas amable, no me lo hagas fácil, sé lo que siempre quise, sé lo que voy a querer, sé vos.
Y si seguís mi consejo, si sos mi liberador, si te mostrás ante mí, como con nadie jamás… y si no lo quiero, si no lo acepto… no te sientas mal, no te sientas triste o abandonado, no te sientas uno más del montón mi liberador. Sabé que siempre te voy a amar.
Y nunca jamás pierdas de vista que nunca, nunca fuiste vos; más sola y cruel que nunca… siempre, siempre fui yo.
Tuya,
Me.