jueves, 25 de marzo de 2010

Zona de No Promesas

No, todavía no te quiero escribir. No quiero unir las piezas que por separado me cuentan al oído cuánto te quiere cada célula de mi ser.
Cuánto te quiere cerca.
Todavía no quiero arruinar el sabor de las emociones, ni tirar momentos por la ventana del edificio herméticamente formado para recordarnos que sólo podemos definirnos por la sociedad ciudadana y poco soberana.
Para qué recordar momentos ahora, de pequeños micro segundos en donde pude pensar que te amaba.
No, todavía no es momento. No puedo acelerar el proceso inconcluso de alguien que no conocés, no sería justa con vos.
Y no puedo usarte como fuente de inspiración, cuando la fuente está tan seca que abrió grietas en las baldosas que se chocan como la placas tectónicas.
No puedo valerme de artimañas y recursos bajo el sol de la noche, ni sentirme arribada a un puerto en donde no tengo que hacer nada en particular, ni anclar botes, ni salir a pescar. No necesito.
Y siento que te necesito porque quiero y no por necesidad.
Y no quiero creer que esta vez va a ser diferente. No me interesa incursionar en el terreno del ilusionismo sacaplata una vez más. Esta vez quiero creer fervientemente en la realidad.
Realidad vs Fantasia, y sabés que dicen, a veces la 1º supera a la 2º; y tal vez sea verdad. Tal vez nos aferremos a los fantasmas del pasado por nuestra propia imposibilidad para ser felices. Y no quiero que me prometas nada, ni quiero prometerle ahora al infinito, ni al cielo, ni a la luna, ni a la mar en coche, no quiero rendir culto sin atrevimiento ni parsimonia a Afrodita, mucho menos a Minerva.
No quiero seguridades. Tal vez parte de la verdad escondida en el musgo de las piedras sea que las promesas son una tendencia desmedida a mentir. Y no quiero hacerlo.
Quisiera acelerar el tiempo y hacer cada minuto infinito, y borrar los márgenes de los edificios, y las sendas, y las bici sendas, y desplumar las plumas de la gente que se cree más gente que el resto de la gente. Y desacelerar el motor en marcha que no necesita arrancar en primera.
Quiero saber que esta carrera la gano yo. Pero nada más.
No quiero nada más que esta tarde con vos. Y nada más.

Calma Agonía

Estaba tranquila y con calma agonía; las telarañas no tejían, y estas manos no escribían con pluma todavía. La tranquilidad acongojada comenzaba a fertilizar por aquellas épocas en que no quería rocío, ni complemento, ni peligro.

Los sentidos desbocados nadaban en una ausencia retenida con el que un coleccionista guarda sus tesoros. Recelosos amantes vagan en la vía cósmica, que no conocí todavía. Y no quiero visitar.

Mi único aliado en batalla aún vivía, en el hogar contruído de madera flotante y raíces de roble. Así de dificil era penetrar.
Ladrón de fantasías, intruso sin desear, sonámbulo y esclavo, sin ojos claros, ni nada con qué empezar.

<05/08/2009>

Una más, y no me jodas más

Te dije que aceptaba sólo una obsesión más.
Sin embargo diste la estocada final de Reverte.
Y ahora nos miramos sin ver. Sobre el aire.
Como si fuésemos ajenos, sin más que ofrecer;
sin esa mirada curiosa o el deseo infantil
imperceptible por los cinco sentidos, y tal vez uno más.
El camino se hace cuesta arriba
cuando la cama te grita a los cuatro vientos
preguntas de por qué.
Intento calmarla y explicarle. Y no entra en razón.
(Y jamás te lo confesaría)
Me vuelvo insana.
Incorduras cruzan mi mente en pequeñas barcazas de papel madera.
Adentro, a los tripulantes no les importan las explicaciones
ni la lógica.
Se visten de nostalgia y
saltan por la borda con un simple pedido
retenido en sus pupilas lejanas.
Y las razones siguen en hilera
esperando a un intérprete,
a un traductor,
a un asesino,
que no llega