domingo, 15 de noviembre de 2009

Payasito

Te recuerdo payasito mío vestido de mil colores. En todas tus máscaras guardabas una sonrisa que con los años se hacía más difícil de encontrar.
La sed de niño se fue sin ser saciada en ningún puerto en que varaste; jugando con el baldecito de plástico y la mosca, a pescar al mayor secreto del mundo del mar.
Entre las sábanas se oía una plegaria repetida hasta la falta de sueño. Y cada año era más fuerte y afinada.
Cabecita eternamente cubierta de corales remando entre algas marinas y bosques. Y cada árbol tuyo tenía inscripta la sabiduría que brotaba a borbotones junto a la savia.
Una voz despreocupada en apariencia se mece junto al viento, mientras jugás a capa y espada a ser el capitán de títeres malevos y de plastilina.
Y esos ojos grandes de almendra que se tiñen de melancolía; se miran las manos vacías y llenas de vida.
Mi querido payasito te recuerdo noche y día, meciéndote en la hamaca del zaguán, leyendo una crónica y pensando matavillas.
Escucho la música que fluye de tus venas a través del marco de una puerta; y te imagino en unos años tomándome de la mano para ir a la playa cerca del faro.
Por qué caminos estaras viajando, entre caminatas abstractas y mundanas; y viendo la luz entre las persianas haciendo formas indefinidas; y jugando a pescar recuerdos en esta loca cabecita que maquina cuando se prende el farol, y ríe con las ocurrencias del único payaso al que no le teme.

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