lunes, 5 de octubre de 2009

Espectáculo I

Me habla y no entiendo.

Me desdoblo, nos veo desde afuera como personajes inanimados en una historia que no tiene un principio, un nudo... el desenlace.
Mi personaje se toma muy en serio al mundo y a todos los colores que no ve.

Me quiere explicar la composición de las cuerdas y me pierdo en la 3ra. Me mira, y pienso si me ve.
Observo el espectáculo en lenguaje mudo, y mis ojos no se inmutan. Esperan a la tarde y a los juglares.

Me habla y no entiendo la mueca que hace.
Le ruego al aire que me deje el alma en el cuerpo, que me convierta en una contraposición de sonidos que jamas oí... Sinfonías hechas de papeles encontrados en el camino.

Me cuenta historias pero no le creo, me teje cantares en lana azul y no quiero creer; me mide sin parámetros y se sale de las líneas.
Camina por la cuerda del laberinto y estoy convencida que pretende más de lo que expresa.
Se corren los vértices de lo permitido, las formas de lo elegido, la concurrencia de lo imaginado.

Se aleja en el camino que une dos desiertos y dos valles. Caminante nocturno y lleno de azares, de luces ensordecedoras y mares tropicales.

No pide una canción, no pide más color, no pide más de lo que no ve.
(Me estás mirando, pero me estás viendo?)
No entiendo su forma, su manera, su dejo, su estela, sus paralelos monocromáticos y contrapuestos en melodías dulces o ácidas como el naranjo en flor.

Desde afuera capto un halo de neblina blanca, todo lo envuelve con lentitud y tiempo de espera indeterminado, con disimulo.

Abro la puerta. Despierta miro a unos ojos grandes y curiosos que miran desde adentro.
Un camino singular de lo ajeno y autónomo, falta de sangre en las venas. Se contiene, se dobla, baila con disimulo, me guiña el ojo y me invita.

Bailamos a través del tiempo en la sinfonía de papel que se une a la contraposición de un cuerpo y de otro.
Se apaga la luz, se cierra la cortina, me desdoblo hacia afuera una vez más por primera vez.-

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