miércoles, 21 de octubre de 2009

Sueños Definidos

"Desde tiempos remotos que no vuelo", pensó para sí, y se inventó alas para alcanzar los más altos rasca cielos. Y una vez allí quieto, pensó en dejarse caer, para convertir sus alas en polvo de pavimento, y ver desde abajo el mundo al revés, pero la forma de las nubes cubriéndolo todo, y respirando poros de algodón de azúcar.
O convertirse una parte en aire, y poder trepar los árboles más altos en toda la ciudad, o porqué no situarse en los páramos de los pueblos...
y sin querer queriendo, se le escapó un pensamiento de naranjo en flor, maduro desde el nacimiento y dulce como el corazón del alcaucil: "¿Y si trepo por su ventana? No hace falta la enredadera en casa de los Capuleto, ni las luchas de clases entre familias, ni hablar en un lenguaje romántico antiguo.
Podría flotar hasta su ventana, y convertirme en aroma, y una vez dentro materializarme en un cuerpo de formas indefinidas pero seguras.
Te quiero ver, y volver a convertirme en aire para tocar el manto claro de tu cuerpo, y recorrer caminos en un día claro de luz al tomar tus manos en las mías, tus manos en la nada. Y podría transformarme por un instante en un espejo, para contemplar la belleza de esos ojos trémulos por razones de tiempo que no puedo definir. Y quisiera entrar en tus entrañas y ser una célula de tu cuerpo, recorrer los ríos fluviales de tu ser, y llegar al órgano de los latidos para convertirme en uno y escucharme desde afuera, y llegar por entre las dendritas seguro de poder ver más allá. Salir corriendo con furor y recoger una flor fresca en el camino, y volver con la fuerza de un trueno por entre las cortinas que se mueven a mi vaivén para materializarme una vez más por última vez entre las sábanas blandas y cubiertas por seda, para mirar tu sonrisa mientras te entrego una petición".
No pudo evitar sentir verguenza por su pensamiento, y alivio al recordar que nadie puede habitar la cabeza llena de alucinaciones y esperanzas, "¿Cúanto menos de un espantapájaros?", insistió.
Se quedó un rato largo mirando los autos pasar por debajo de las nubes, y jugar a encontrar formas en cada una de ellas. Intentó rememorar su forma antigua y solitaria jugando también a encontrar formas en el cielo en el patio de su casa. Llegó la nostalgia casi un segundo antes que el chaparrón. Decidió cubrirse la cara y volver a casa. Ya era tarde y por la mañana las primeras aves de rapiña no se harían esperar.

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